Por Cristóbal Rodríguez Guerra, Red de Comunicadores Populares de Manabí.
Hoy, Ecuador enfrenta un panorama crítico, en el que la democracia, ya debilitada, es violentada una vez más por quienes deberían protegerla. Las Fuerzas Armadas, al declarar su respaldo incondicional a las decisiones inconstitucionales del presidente Daniel Noboa en contra de la vicepresidenta Verónica Abad, han cruzado una línea que ninguna institución estatal debería traspasar.
El pronunciamiento militar desconociendo a la vicepresidenta Abad, quien afirmó que asumirá la presidencia como establece la Constitución durante la licencia electoral del presidente, es una intromisión inadmisible en un conflicto político y jurídico que no les compete. Este acto marca el inicio de una campaña sucia en la que se desdibujan los límites entre el poder político y el militar, consolidando un gobierno que, cada vez más, toma características dictatoriales.
Un estado sumiso al “príncipe bananero”
El comunicado de las Fuerzas Armadas no es solo una falta de respeto a la Constitución, sino una muestra de su subyugación a los intereses del «príncipe bananero» y de las élites económicas que lo sostienen. Ecuador se encuentra ante una ocupación militar simbólica, donde los soldados no defienden al pueblo, sino a un gobierno que utiliza a las instituciones como herramientas de control y represión.
Este respaldo no sorprende en un contexto donde las Fuerzas Armadas ya tienen las manos manchadas por el crimen de Estado que significó la desaparición, tortura y asesinato de los cuatro niños de Las Malvinas en Guayaquil. En lugar de rendir cuentas por su participación en estos hechos atroces, ahora se convierten en actores políticos activos, violentando su mandato de obediencia al pueblo y a la Constitución.
La dictadura de la indolencia
Mientras se consolidan estos actos dictatoriales, el presidente Daniel Noboa sigue mostrando su indiferencia ante la tragedia nacional. A una semana de que se confirmara la masacre de los niños en manos de 16 militares, Noboa no ha emitido un solo pronunciamiento, ni ha expresado condolencias a las familias. En cambio, se concentra en iniciar una campaña electoral manchada por el autoritarismo y el desprecio a la democracia.
En lugar de respetar las normas constitucionales y pedir licencia para su reelección, Noboa utiliza subterfugios para permanecer en el poder, violando la Constitución y pisoteando la voluntad popular. Este comportamiento, respaldado por las Fuerzas Armadas, es una traición al pueblo ecuatoriano y una amenaza directa al estado de derecho.
El silencio cómplice de la comunidad internacional
Es alarmante que organismos internacionales como la ONU y la OEA, que deberían velar por la defensa de la democracia, guarden silencio ante estos acontecimientos. La inacción de estas instituciones solo refuerza la impunidad de un sistema donde los grupos de poder económicos y políticos imponen sus condiciones, dejando al pueblo como un simple espectador en su propio destino.
Un sistema que oprime y excluye
El panorama actual es una muestra más de cómo la democracia burguesa en Ecuador no representa al pueblo. El sistema electoral, diseñado para perpetuar el control de las élites, ha puesto a un candidato como Noboa, que no representa más que los intereses de su clase. El pueblo no participa verdaderamente en estas decisiones; solo elige entre opciones que ya han sido impuestas por el poder económico y político sea este último de la derecha o de la izquierda o progresismo.
El papel de la izquierda y los sectores progresistas
Reconocemos que la izquierda y el progresismo enfrentan esta batalla en desventaja, debido a su propia falta de organización y formación política. Sin embargo, hoy más que nunca, es fundamental unificar esfuerzos para enfrentar a un enemigo común que amenaza con destruir lo poco que queda de este remedo de democracia en el país.
Desde este espacio, reafirmamos nuestro compromiso con los valores socialistas y comunistas. Aunque nuestro APOYO CRÍTICO es a los sectores progresistas y de izquierda, entendemos que esta elección no se trata de perfección, sino de supervivencia. Enfrentar al neoliberalismo, al fascismo y a la derecha criminal es una responsabilidad que no podemos eludir.
Nuestro llamado al pueblo
– Rechacemos la dictadura: Las Fuerzas Armadas deben someterse a la Constitución y no a los caprichos de un presidente que se cree dueño del país.
– Defendamos la democracia: Exijamos el cumplimiento de las normas constitucionales, incluida la sucesión presidencial durante la licencia electoral del mandatario.
– Movilicémonos: El silencio y la apatía solo fortalecen a quienes nos oprimen. Este es el momento de organizarse, resistir y luchar.
– No olvidemos a las víctimas: La sangre de los niños de Las Malvinas no puede quedar impune. Exijamos justicia y responsabilicemos a los culpables, desde los militares hasta el propio presidente.
Ecuador no puede ser una hacienda bananera más. El pueblo debe alzar la voz y exigir un futuro digno, libre de autoritarismo y represión.
¡No a la dictadura, no a la campaña sucia, sí a la democracia y al pueblo!