Por Pedro Cornejo Calderón

En medio de una campaña electoral cargada de tensiones y estrategias mediáticas, los hechos y relatos impulsados por la prensa comercial aliada del presidente candidato buscan mantener a flote su imagen, mientras intentan debilitar a Luisa González y su movimiento político. A pesar de las encuestas que señalan una ligera caída en el apoyo a Daniel Noboa, se construye la narrativa de que él sigue adelante, mientras que Luisa González pierde terreno, aunque sea de manera marginal. Además, ahora se promueve que el partido ADN supera al correísmo en el número de posibles asambleístas, un relato que apunta a consolidar la percepción de fortaleza en la candidatura oficialista.

El debate presidencial marcó un punto de inflexión en esta estrategia. Frente a las críticas por la falta de propuestas concretas y la incapacidad de Noboa, los esfuerzos se han dirigido a desviar la atención hacia hechos externos y a forzar interpretaciones sobre el desempeño de los candidatos. En este contexto, se busca minimizar los efectos del debate en la candidatura oficialista, mientras se resalta la irrupción de Andrea González, presentada como una figura antisistema que en realidad representa un neoliberalismo radical y un discurso anticorreísta heredado de Fernando Villavicencio. Según el relato mediático, el crecimiento de González no afecta a Noboa, sino que se nutre de los votos nulos y blancos.

Otro eje de esta narrativa es el supuesto impacto negativo de la figura de Rafael Correa en la campaña de Luisa González. La oposición insiste en que su presencia perjudica más que beneficia, en un intento por dividir al correísmo y deslegitimar su influencia. Sin embargo, este relato responde más a los deseos de los detractores que a la realidad del electorado progresista.

Las encuestas también son un campo de batalla. Mientras algunas indican que Noboa está estancado o en descenso, se difunden otras que lo muestran con ventaja y con una bancada legislativa superior a la del correísmo. Esta estrategia busca proyectar una imagen de solidez frente a un escenario político que, en la práctica, es mucho más incierto. Además, se afirma que el crecimiento de Iza resta votos a Luisa González, una interpretación que busca generar divisiones en el progresismo. Sin embargo, en el debate quedó claro que Iza, Rabascall, Jairala y González no se confrontaron, dejando entrever una visión estratégica entre estos sectores.

En paralelo, la campaña del presidente candidato ha recurrido a hechos externos para mantener la atención. Entre ellos, el viaje de Noboa a la toma de posesión de Trump, donde se resaltó más la vestimenta de su esposa que cualquier logro político. Se suman otros gestos simbólicos, como la foto cerca a Javier Milei y las conversaciones sobre inmigración ecuatoriana con Trump, aunque sin evidencia concreta de resultados tangibles. Estas maniobras parecen diseñadas para desviar la atención de su débil desempeño en el debate presidencial.

En términos internos, Noboa intenta posicionarse como un líder con propuestas concretas, pero sus acciones contradicen este discurso. Por ejemplo, tras proponer subir el IVA para combatir el narcotráfico y la delincuencia, decide reducir el IVA en alimentos para mascotas, un gesto que, aunque simbólico, no atiende las necesidades de los sectores más vulnerables de la población. Este tipo de medidas evidencian un uso oportunista de los recursos del Estado para mantener su imagen.

La intervención de la justicia también ha jugado un papel clave en esta narrativa. Recientemente, se anunció la detención de Nain Massuh, vinculado a casos Metástasis y Encuentro. La aparición de la fiscal general en este contexto refuerza la percepción de que estas acciones buscan impactar directamente en los resultados electorales, en favor de Noboa y en contra de González.

Por último, el regreso al escenario de figuras internacionales, como Edmundo González y el caso venezolano, completa el relato diseñado para desprestigiar al correísmo. Estos elementos intentan reforzar la idea de que el progresismo está asociado a proyectos fallidos en la región, desdibujando el debate sobre las propuestas y logros de la candidata Luisa González.

En conclusión, la combinación de relatos mediáticos, encuestas sesgadas y acciones judiciales refleja el esfuerzo por sostener la candidatura de Daniel Noboa y erosionar la de Luisa González. Estos recursos demuestran que la campaña oficialista enfrenta dificultades y recurre a estrategias que buscan ensuciar la contienda electoral, desviando la atención de los verdaderos problemas y propuestas que deberían guiar el debate político.

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