Por Henry Omar Pérez
La decisión de la administración Donald Trump de utilizar la ilegalmente ocupada Base Naval de Guantánamo para encarcelar a decenas de miles de migrantes expulsados de Estados Unidos es una mancha indeleble en la historia de los derechos humanos. No se trata de una simple política migratoria; es una demostración descarada de brutalidad, un acto de desprecio hacia la dignidad humana y una flagrante violación del derecho internacional.
El anuncio, lejos de resolver los problemas migratorios, revela la incapacidad de Estados Unidos para abordar las causas profundas de la migración: sus propias políticas expoliadoras, su gestión interna deficiente y su hostil política exterior. Muchas de las personas a quienes se pretende expulsar son víctimas de este mismo sistema, trabajadores que cubren necesidades cruciales en la agricultura, la construcción, la industria y los servicios de la economía estadounidense, contribuyendo significativamente a su prosperidad. Otros son resultado de una aplicación selectiva y políticamente motivada de las leyes de asilo, y del daño socioeconómico infligido por las sanciones unilaterales. Miles de ellos tienen hogares, empleos, familias construidas en Estados Unidos, con vidas proyectadas en este país.
La propuesta de enviarlos a Guantánamo, sin embargo, ignora completamente la realidad de estas personas y representa una grave violación de dos derechos humanos fundamentales:
- El derecho a la libertad y a la seguridad personales: Detener arbitrariamente a decenas de miles de migrantes en una instalación militar notoria por sus violaciones a los derechos humanos, sin el debido proceso legal, es una flagrante violación de este derecho. La historia de Guantánamo está plagada de ejemplos de detenciones indefinidas, torturas y ausencia de garantías judiciales. Utilizar este lugar como un campo de concentración para migrantes es una afrenta a la justicia y a la decencia básica.
- El derecho a no ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes: La reputación de Guantánamo como centro de tortura precede a esta decisión. Enviando migrantes a esta instalación, Estados Unidos no solo viola su derecho a la libertad, sino que los expone a un riesgo real de sufrir torturas y tratos inhumanos. La historia de Guantánamo y el contexto en que se propone su utilización como centro de detención para migrantes anticipan un escenario desolador.
Además, el uso de Guantánamo es una afrenta a la soberanía cubana. La Base Naval es territorio cubano ocupado ilegalmente por Estados Unidos, en violación del derecho internacional. El gobierno cubano tiene todo el derecho a rechazar esta decisión y a exigir la devolución inmediata de su territorio.
La decisión de utilizar Guantánamo como campo de concentración para migrantes es una aberración moral y legal. Es un acto de crueldad inhumana, una muestra de desprecio por los derechos humanos y un recordatorio alarmante de la hipocresía de una nación que se proclama defensora de la libertad y la democracia. La comunidad internacional debe condenar firmemente esta decisión y exigir a Estados Unidos que se retracte inmediatamente y adopte políticas migratorias justas y humanitarias.