Reportaje publicado el 14 de octubre de 2023 y actualizado a la fecha.

Siempre es interesante hacer un alto a las actividades cotidianas para verle a la Cuenca Patrimonial, a la Cuenca de Los Andes, desde otras perspectivas, y esta es la ocasión.

De la mano del Frente Turístico Azuay, la mañana del viernes 13 de octubre varios periodistas e influyentes gestores de las redes sociales abordan el bus de dos pisos de la empresa Van Service para un recorrido especial por el Centro Histórico de Cuenca y el Museo de la Gastronomía, en Challuabamba.

En el trayecto, y con una mirada predispuesta, se aprecia los espectaculares detalles de las fachadas de las casas y edificaciones coloniales; la monumental catedral de La Inmaculada, desde un ángulo nuevo; los templos del Cenáculo, San Sebastián, Todos Santos, Turi; los tejados de las edificaciones bajitas que resguardan a diario el trazo adoquinado de la Calle Larga; el Museo y las ruinas arqueológicas de Pumapungo;  las casas colgadas del Barranco.

Pero también saltan a la vista las edificaciones envueltas en un halo de misterio y de espantos. Al interior de sus fachadas se adivina la presencia de ánimas en pena, de episodios fantasmagóricos, de ritos demoníacos, de exorcismos: allí están la edificación de la calle Bolívar y General Torres, unos metros más adelante la que pertenecía a la Universidad Católica, luego una clínica privada, el Museo de la Medicina, la Casa de los Arcos. En lo alto de una de las fachadas se observa cruces colocadas en las ventanas a manera de escudo de protección divina, en fin, todo esto es Cuenca.

En el Museo de la Gastronomía se reeditan los juegos populares de antaño, de hace 40 y más años: el palo encebado, las competencias de aros, de los ensacados, el carro de madera, pero también hay un espacio para la reflexión, para el recogimiento personal; y, claro, en el retorno, para el jolgorio está el piso bajo del bus en el que los ocupantes derrochan sus últimas energías de la jornada, al son de la más contagiosa música festiva.

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