La espectacularidad del sensible ecosistema que se encuentra amenazado.

Cuenca nuevamente pronunció un no rotundo el sábado 19 de julio a las pretensiones del presidente derechista Daniel Noboa de permitir la minería metálica en las fuentes de agua de Quimsacocha, a través de un fraudulento otorgamiento de la licencia ambiental a la empresa Doundee Precious Metals por parte del Ministerio del Ambiente.

Tras la eucaristía concelebrada por el arzobispo de Cuenca, Marcos Pérez Caicedo, desde las 07h30, en la Catedral de la Inmaculada Concepción, con la presencia de Asambleístas, autoridades municipales, del Gobierno Provincial, representantes de instituciones, líderes comunitarios y de organizaciones ciudadanas y el pueblo católico, una numerosa peregrinación se dirigió a los páramos del extremadamente sensible ecosistema para elevar su voz de protesta contra el atentado que el gobierno derechista quiere asestar a Cuenca.

En los últimos días, en forma generalizada, los alcaldes y concejales de Cuenca y Azuay, la Prefectura, la Juntas Parroquiales, la academia, las organizaciones barriales y comunitarias, las organizaciones sindicales y múltiples otros sectores han condenado la agresión pretendida.

En su homilía, Marcos Pérez se refirió a la necesidad de contemplar y respetar la Catedral de la Creación: montañas, páramos, lagos, ríos, la vegetación, es decir la casa común, la obra de Dios, “por eso damos gracias en esta misa y pedimos por la custodia de la creación”. “Es el pueblo de Cuenca el que cuida el agua signo de vida, de pureza, de belleza”.

El religioso pidió por la conversión de muchas personas, tanto dentro como fuera de la iglesia, que no reconocen la urgencia de cuidad nuestra casa común, que desperdician los recursos naturales y contaminan el agua, que valoran más el dinero que la creación, que valoran más sus intereses particulares antes que el bien común.

Observó con gran preocupación la existencia de empresas transnacionales que se dedican a la extracción y explotación de recursos naturales no renovables, que “compiten con la fragilidad de los ecosistemas, la sustentabilidad de las formaciones y la prioridad del agua para el consumo humano y la agricultura».

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