Muy joven aun, Rosa Tumalle salió de su natal Riobamba, rumbo a la ciudad de Guayaquil, junto a su esposo, la necesidad de trabajo le empujaba a tierras desconocidas, pero ya estaba decidido. Poco tiempo después, en 1971, otro imán le condujo a Cuenca y desde entonces ha detenido su espíritu errante para construir una fructífera familia, ¿sus herramientas?: la fe, sus manos y la habilidad por la cocina.

El hornado, las fritadas, las empanadas, las tortillas de choclo, plátanao, verde, yuca, trigo, las humitas, quimbolos, bolón, tigrillo, las ensaladas y otras golosinas le ubicaron en el mercado 10 de Agosto, al pie de la Catedral, en la Plaza de ganado y otros lugares, ahora la encontramos en el Restaurante Fractal, sucursal uno, Padre Aguirre entre Sangurima y Carlos Crespi, donde su tercera generación continúa con la herencia de la habilidad culinaria tradicional.

Su hija Ana Vanegas y su nieta Karla Benalcázar mantienen el renaciente emprendimiento, sí, renaciente, iba en auge hasta antes de la pandemia, en la Bolívar y Padre Aguirre, pero el aislamiento, los toques de queda, el terror al contacto humano y la imperdonable obligación de pagar el arriendo por el local diezmaron las fortalezas y entonces se cerraron las puertas.

Pero desprendiéndose de esos nefastos recuerdos, Ana y Karla comentan con satisfacción las peripecias y los esfuerzos por reconstruirse y hoy Fractal cuenta con dos locales de atención, y van por el tercero, permitiendo la subsistencia familiar y dando trabajo a varias personas. La fe creciente de Rosa se aviva en Ana y Karla, sus descendientes directas.

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