Caricatura: VILMA TRACA

Por Marcelo Pérez Albán

Circula en redes sociales un fragmento de los principios que alientan las campañas políticas, emitido por un conocido personaje especializado en fabricar presidentes de tenebrosas trayectorias.

Se trata de Jaime Durán Barba, asesor de imagen del presidente Daniel Noboa, quien nos dedica a los ecuatorianos un ramillete de ofensas que se resume en esta frase lapidaria: “anormales, no han podido desarrollarse como seres humanos”, porque, según el gurú, somos fáciles presas de caer con la escopolamina social que contienen sus mensajes debidamente planificados para consolidar la dominación.

La política moderna ha encontrado su alquimista, un «brujo de la propaganda,» cuya ética es tan inexistente como un plan de gobierno integral, honesto y de servicio social.

Su currículum, más que espantoso, es una galería de trofeos de almas perdidas en América Latina.

Y desde las cloacas de su estrategia, este pequeño Maquiavelo y autoproclamado aprendiz de Goebbels, nos ha obsequiado otro ramillete de su evangelio político que destila desprecio clasista: «ES FÁCIL ENGAÑARLES CON CUALQUIER COSA QUE SE LE DIGA O SE LE REGALE…»

¡Qué oda a la democracia! Los votantes no son ciudadanos; son apenas amebas electorales que no superaron la etapa del desarrollo humano. Y si son «subnormales», ¿para qué esforzarse con la verdad o la ética? La solución es simple y patriótica: «Le he aconsejado a Daniel que les ofrezca cualquier cosa en ese momento que ofrece en su campaña. Ellos se creen cualquier estupidez que les diga y es un hecho que Daniel ganará.»

Este es el manual definitivo del buen gobernante: no hay que resolver la pobreza, hay que comprarla. No hay que educar al pueblo, hay que atrofiarlo y alimentarlo con el cuento de turno. ¿Un tractor, un puñado de dólares, un sánduche y una Coca-Cola? ¡Bingo! La dignidad de un ecuatoriano cotizada en el mercado de la ignorancia, al precio de un combo de comida rápida.

El verdadero arte de Durán Barba, tal como afirma en su libro El Arte de Ganar, no es solo conseguir votos, sino la aniquilación psicológica del adversario. Se jacta de campañas tan brutales que han llevado a rivales políticos al suicidio.

Esto no es política; es un título honorario en la academia de la manipulación. El éxito de sus «clientes angelicales» y sus juicios penales por «difamación» y «campañas sucias», demuestran que la única métrica que importa es el triunfo, alcanzado mediante la falacia y la humillación.

El presidente Noboa, fiel a este evangelio, vulnera la dignidad de los «subnormales» con actos de «bondad» tan burdos como el pago anticipado del décimo tercer sueldo. Es la versión moderna del pan y circo con delivery: ¿Indígenas protestando por el diésel? ¡Que se callen con un tractor y algo de efectivo! Una mordaza rural con olor a combustible. ¿Marchas contra la Corte Constitucional? ¡Un billete de 20 dolaritos, el sánduche de la paz y la gaseosa de la justicia! ¿Bonos con dineros del Estado la víspera de las elecciones presidenciales? Una yapa a la democracia! La protesta se convierte en un catering político.

Mientras se distribuyen los combos de la democracia en permanente estado de sitio, la lista de «estupideces» que se les debe inocular a estos seres anormales es interminable: «Los indígenas son narcoterroristas» (para criminalizar la protesta); «La Constitución del 2008 ampara a los delincuentes» (para desviar la atención de la inseguridad actual); «El Ecuador disfruta de paz y seguridad» (dicho justo antes de revisar si su auto todavía tiene las llantas); «Estoy orgulloso de las inversiones extranjeras…» (mientras la inversión nacional y el empleo formal se toman un sabático eterno).

La hazaña más trágica del genio de la propaganda es lograr que la víctima ame a su verdugo. Aquí es donde entra el trabajo incesante de los medios de comunicación masiva debidamente cooptados y las redes sociales perfectamente financiadas, inoculando a los «anormales» las frases huecas de la fe neoliberal, que sirven como justificación y cortina de humo: «LA CULPA ES DE CORREA.» Porque un chivo expiatorio es más útil que un plan de gobierno. El pasado es la excusa perfecta para justificar la ineficacia del presente. «LOS PRESIDENTES RICOS NO ROBAN PORQUE NO NECESITAN.» Una perla de lógica que asume que la ambición solo afecta a los pobres. Un millonario solo se presenta a la presidencia por hobby y puro altruismo. «EL ESTADO ES MUY OBESO.» (Pero el bolsillo de los asesores y sus clientes, nunca).

El arte de Durán Barba ha logrado que el pueblo, al que desprecia como infantes mentalmente atrofiados, repita las justificaciones de quienes desmantelan sus derechos, privatizan sus servicios y empobrecen su futuro.

Solo queda añadir la frase cúspide: LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN… pero por la risa que les da ver cuán fácil es engañar a los que van a votar por ellos. Su éxito no solo manipula a los votantes; los humilla y logra que esa humillación se sienta como un acto de libertad y convicción. ¡Larga vida a los subnormales que sostienen la farsa!

Pero  hay un problemita: la dosificación de la escopolamina puede fallar. Recordemos cuando el Gutierritos nos endilgó el mote de FORAJIDOS…Quito se llenó de forajidos y lo forzó a subir al helicóptero.

Algo parecido puede ocurrir. El país se puede llenar de TERRORISTAS (no de narcos, porque sabemos quiénes son y dónde están), por las estupideces recientes esparcidas por la propaganda de la brujería mediática, que puede volver lúcidos a los anormales.

Entonces, los brujos y sus clientes no tendrán alternativa, deberán embarcarse de urgencia en otros helicópteros…

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