Por Pedro Cornejo Calderón

Hace muy poco amanecimos con una gran noticia. En sintonía con la política de libre comercio, el gobierno de los Estados Unidos, sensible a los pedidos del presidente-candidato, impuso apenas un 10% de impuesto a nuestros productos. Pero la alegría no termina ahí: de la noche a la mañana, el presidente-candidato se ha convertido en una figura latinoamericana. Abogó por la Colombia de Petro, que nos vendió electricidad en plena crisis energética; demostrando que no está enemistado con México logró que no le impusieran aranceles. En cambio, consiguió que se castigara a la Venezuela de Maduro y a la Nicaragua de Ortega.

Nuestros productores están felices con esta exitosa gestión porque, gracias a la brillante política exterior y la impecable labor de la Cancillería, la medida será revisada y nuestro producto estrella, el plátano, seguirá boyante. No solo por la calidad del plátano en sí, sino también por el polvo blanco que, incorporado con esmero, mantiene su frescura y, de paso, incrementa su precio.

Este éxito influirá en las elecciones, pues confirma que somos un socio privilegiado de Trump y nos aleja de la nefasta influencia china y rusa, exportadoras del comunismo. Además, desvía la atención de pequeños detalles como el negociado de PETRONOBOA, la concesión del campo Sacha, la corrupción con PROGEN, el fracaso de las barcazas y el escándalo de los chalecos.

También es importante resaltar que, frente a estos logros, el pago de 165 mil dólares por un saludo informal con Trump fue la mejor inversión realizada. A esto se suma la exitosa instalación de una base militar estadounidense, desde la cual podremos controlar el narcotráfico y la pesca ilegal de la flota china.

Por si fuera poco, también logramos que Estados Unidos solicite la extradición de Fito. Con ello, se descabeza una importante banda de narcotráfico y se golpea a Los Lobos, en una estrategia similar a la usada en Colombia contra Pablo Escobar y su enfrentamiento con los PEPES. Todo esto permite demostrar que la lucha contra la narcopolítica está cerca del correísmo y nada tiene que ver con el uso de puertos privados para exportar, sin control alguno, plátano y algo más.

Las encuestas favorecen al presidente-candidato: está perdiendo, pero por muy poco, y faltan cinco días para las elecciones. “Todo puede pasar”, dice su equipo de campaña y la prensa comercial que lo acompaña.

Nos queda la esperanza de que ahora sí exhiba su programa de gobierno, aunque sus ofrecimientos nunca se materialicen. Que pague los bonos y anuncie otros, así no haya obra pública. Que achique el Estado obeso, mejore las condiciones laborales permitiendo que la empresa sea más competitiva y garantice la soberanía alejándonos de China, Rusia, Nicaragua, Cuba y Venezuela. Y si alguna embajada debe ser invadida, el presidente-candidato lo hará, porque tiene pantalones y arrestos. La institucionalidad se fortalecerá, pues no habrá fuerza política que dispute su control. La Fiscalía trabajará con plena libertad y la administración de justicia contará con una bitácora que indicará a quiénes se les debe aplicar la ley.

El Estado se achicará, la empresa privada será el actor principal y los trabajadores podrán dedicarse a lo suyo sin pensar en sindicatos ni huelgas. Además, sus salarios se igualarán a los de la región. La sociedad deberá comprender que la democracia lleva implícita la desigualdad. Pero, al menos, podrá viajar con más libertad y frecuencia a los Estados Unidos para fortalecer su amistad con Trump.

Según sus estrategas, la visita a Estados Unidos y la cercanía con Trump permitirán al presidente-candidato recuperarse y ganar las elecciones. Porque, si no gana, es fraude. Un fraude orquestado por el CNE y sus vocales correístas, que le impidieron ganar en una sola vuelta. Nada tendrá que ver con sus ofertas de bonos, esas que suenan a “yo le ofrezco, ahora busque quién le dé”.

No sean mal pensados, es solo una calumnia que: el presidente-candidato miente en sus ofertas, pues tenemos un país boyante, libre de crisis; que su palabra es engañosa y no se cumple, pues las cárceles están bajo control y el país es el más seguro de la región; que es misógino, son exageraciones de Alondra y Boscán; que persigue a sus adversarios, es la aseveración de un mal perdedor, como Topic; que es un mal enemigo, son invenciones de su exesposa y de una vicepresidenta traicionera; que no visita ni muestra  preocupación por el país, es inexacto, basta con mirar su permanencia en Esmeraldas y en todo el territorio inundado. No se invierte como quisiera por la crisis que dejó el correísmo.

Su estabilidad emocional estaría al 100% de no ser por el 53 o 55% de electores con el que la Revolución Ciudadana amenaza con ganar en segunda vuelta.

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